Canción de Amor en Pátzcuaro

Love Song / Canción de Amor busca ser una exposición que trate sobre el amor en un contexto cultural. De ahí que las curadoras del proyecto, Lucia Cavalchini y Erandi Ávalos, hayan basado el guión curatorial sobre el texto Frangmentos de un discurso amoroso, del semiólogo Roland Barthes en lugar de sólo experiencias particulares. Los comentarios aquí vertidos tratarán de la exposición y no tanto de la referencia al texto, pues son numerosos los artículos desde los cuales se ha promovido la muestra, aludiendo a numerosos aspectos que la componen (los nombres de las curadoras, artistas participantes, un ciclo de cine, un blog), pero poco -casi nada- se ha escrito sobre las obras.
En un artículo publicado en la revista independiente Revés (no. 69), Erandi Ávalos cuenta algunos jocosos detalles de la génesis de este proyecto. De la misma manera como se ha comunicado en otros medios de prensa, se menciona que con Love Song se aspira a posicionarla como “una de las exhibiciones más importantes de arte contemporáneo de los últimos tiempos en Michoacán”, Para ello, su estrategia es reunir obras de artistas con trayectoria y presencia en espacios de visualidad nacional e internacional, como Felipe Ehrenberg, Bruno Bresani, Chiara Trivelli, Miho Hagino, Héctor Falcón, Sarah Minter y Fernando Llanos, entre otros. A este contingente de “veteranos” se suman propuestas locales –con todo y que algunas sean importadas- como las de Enrique Luft, Mina Romero, Eduardo Bautista, Laura de Montanaro y Kali Ferreyra. Ha habido otras exposiciones en Michoacán con pretensiones de ser “lo más” entre lo contemporáneo en cuanto a muestras de arte se refiere. La particularidad de Canción de Amor es que reúne artistas de ‘centro’ que alternan sus obras con artistas de ‘periferia’ (l@s michoacan@s) para representar sincronías en los discursos conceptuales y plásticos.
Es significativo que en esta muestra coincidan obras de Fernando Llanos, Héctor Falcón y Sarah Minter. El primero coordinó un conjunto de videoastas, entre quienes se encontraban Falcón y Minter, dentro del reciente proyecto AKASO, que consta de pinturas de tamaño mural con los que se busca fundar un paso adelante respecto a las pinturas producidas en 1969 por encargo de Fernando Gamboa, y que agruparon a pintores de la generación de la Ruptura. AKASO agrupa a una generación posterior a la Ruptura y, además de las pinturas, se buscó que cada cuadro contara con un video o animación simultanea. En Canción de Amor, se reencuentran a través de sus obras.
Aunque recientemente Falcón se dedica a la pintura y el dibujo, buena parte de su trabajo se basa en el arte-acción. Sus obras son documentaciones de acciones: fotografías que muestran cómo su cuerpo cambia al someterse a un tratamiento de anabólicos, un bloque de grasa extraida mediante liposucción, un video donde marca su brazo con la palabra PAIN (dolor) mediante un acero al rojo vivo semejante a las marcas para ganado. En este caso, muestra Fernanda, cuatro pequeñas lágrimas solidificadas y después cubiertas en oro. Las lágrimas como objeto precioso, no hay llanto que duela e importe más que ese que muestra la persona a quien se ama, aunque también, si se llora por desamor, las propias lágrimas son un tesoro.
Pornosotros, de Fernando Llanos, es un blanco (sagrado) corazón espinado y kitch, dibujado sobre 91 cubiertas de películas pornográficas dispuestas a manera de mosaico. El conjunto a la distancia es sugerente, colorido, agradable, pero al acercar la vista los detalles de las películas se aclaran: títulos hilarantes, anuncios ridículos, penes se unen con bocas o vaginas en fotografías que nada dejan a la imaginación. A un costado del “video-wall”, una serie de grabados del mismo Llanos nos ofrece una clave para esta pieza: en uno de ellos escribe “Y por qué llego a ver pornografía después de tomar y lloro, y lloro, y lloro pensando en ti?”
Mina Romero y Laurencia Tobias exploran el cuerpo femenino desnudo en circunstancias concretas. Mina pinta un desnudo sobre sofá, la mujer está absorta llevándose los dedos a los labios: Tiempo sin ti, tiempo sin él. El manejo pictórico es excelente. Laurencia experimenta su propio drama ficticio en un doble desnudo representando una boda consigo misma: Chole y yo, foto de boda. María García-Ibañez pinta sobre una sábana una pareja abrazada en la cama; She’s in love (ella está enamorada) muestra una mujer recostada sobre el pecho de un hombre cuyo rostro está más desdibujado que el gesto de ella, que es tierno y entregado, casi desesperado. Hasta aquí, hay cierta parte de la afectividad femenina que pasionalmente manifiesta su presencia en la muestra.
En el caso de los varones, Felipe Ehrenberg expone ocho impresiones de dibujos manipulados por computadora que ilustran el punto de vista de la mirada masculina durante el sexo: un par de manos sujetando su miembro introduciéndolo entre las piernas; dos pubis unidos en una perspectiva que empieza desde el cuello, muestra los pechos y cierra en la cadera; un tres manos (una masculina, dos femeninas) manipulando la vagina, y más. Se trata de una neográfica de colores chillantes que desconciertan por su brillo y las escenas que representan. La calidad de la impresión no es la más afortunada. Esta serie, Crónica de un sueño, dio título a una exposición anterior de la misma Erandi Ávalos. Es curioso que esta obra no se haya incluido en la sala restringida para menores de edad, donde encontramos los trabajos más explícitos, sexualmente hablando.
Por ejemplo -y siguiendo con la línea de la perspectiva masculina del amor- Eduardo Bautista exhibe una pequeña escultura de plastilina y esmalte titulada Concepción y que muestra una mujer desnuda masturbándose en pleno cuerpo arqueado. Aquí la pasión varonil permanece anclada en el cuerpo femenino como objeto de deseo. La representación es buena, pero responde a una visión plenamente patriarcal que no concibe la erotización del cuerpo masculino, de manera que la libido encuentra su única salida dirigiéndose hacia el cuerpo del sexo opuesto.
En cambio Félix Fernández muestra un video donde la pasión varonil se decanta hacia el cuerpo masculino… del amante. El video-ensayo Sobre el amor muestra en 5 minutos 10 segundos un drama personal. El ardiente contacto de los besos entre los amantes, el llanto desesperado del abandonado en medio de la habitación, arrodillado y desnudo, con las manos en el rostro que no alcanza a mostrar sus lamentos; el baile frenético de la liberación de la pena por pérdida amorosa, la triste salida, el acto desesperado por sobrevivir al desamor.
La solución de Laura de Montanaro es sacarse el corazón en la serie Pare de sufrir. Se trata de un bordado que sobre tela verde delinea un torso desnudo de mujer; con un cuchillo se descarna el pecho y brota el corazón rojizo. No hay mueca a la vista, el acto se realiza en la más apacible concentración.
Mientras Enrique Luft desnuda a la Guadalupana en La Transformación, dejando en el lienzo sólo el manto de estrellas y el resplandor, Kali Ferreyra muestra sus gabinetes con accesorios en Ailovyu Ailovyu: la obra como marca, el amor como prenda, los símbolos del amor como accesorios de tocador (cerillos, argollas, manuales, catálogos, pequeños alhajeros y muebles). René Serrano se permite ser un poco más mundano y se sienta desnudo sobre una placa de barro, grabando ahí sus testículos para después introducir la marca al horno y exhibirla sobre una caja con retroiluminación: Sin efectos secundarios el título de la pieza.
Es una exposición nutrida, sentida y distribuida a lo largo de 3 salas del Ex Colegio Jesuita de Pátzcuaro. Su permanencia es de un mes.
Publicado en el suplemento Letras de Cambio
Diario Cambio de Michoacán
11 de julio 2010
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