Pintura que se vive. MMX de C.Carlier


En este ya casi finado mes de marzo se abrieron coincidentemente dos muestras sobre pintores belgas en México. La primera es de René Magritte, celebrado pintor del siglo XX conocido por sus imágenes sencillas y legibles pero evocativas, figura principal del surrealismo pictórico. Proponía en su trabajo la posibilidad de sustitución de las palabras por imágenes, y así realizaba su pintura. La muestra se encuentra ahora en el Palacio de Bellas Artes, y su curadora estuvo en pasados meses en Michoacán para impartir una conferencia y curso sobre la ciencia de la Semiótica en el estudio de las artes (y en la obra de Magritte).
La segunda exhibición es sobre el menos famoso pero muy reconocido pintor belga James Ensor, que en pleno siglo XIX representó en sus retratos una visión particularmente grotesca del género humano. Su forma de pintar, gruesa y apincelada, dista de la de Magritte en que cada aplicación de color es un zurco y una huella. La técnica de René es tan perfeccionista que la pincelada termina por no ser notada. La sede de la muestra de Ensor es el Museo Dolores Olmedo, en Xochimilco, ciudad de México.
La apertura en Pátzcuaro de la exposición Proyecto MMX de Cristophe Carlier a principios de marzo se da en este contexto de exhibiciones que exhiben obra de dos artistas belgas y de amplio reconocimiento, pero muertos, y un pintor emergente joven y vivo. El Centro Cultural Ex Colegio Jesuita recibió este conjunto de obras del 2008 junto con otras recientes, que podrá visitarse hasta el 8 de abril. Su punto más notorio: obra abstracta, basada en los campos de color y superposición de capas cromáticas. No hay figuras reales, no hay historias; no se pintaron anécdotas sino valores. El trabajo creativo partió de concentrar una experiencia y hacer a partir de ella un objeto hecho con pintura, no de proyectar una imagen recognocible.
Habiendo coincidido estas tres exposiciones simultáneas pero independientes en México con obra de artistas belgas, surgió la pregunta sobre cuál es la posición de Cristophe respecto a Magritte y Ensor, ya que son en su perspectiva figuras históricas de su arte nacional, a la manera del muralismo mexicano y sus protagonistas en este nuestro país.
“Para mí son cosas importantes porque es la Cultura, es importante conocerlos, ir a ver una exposición en el museo, […] seguro que me es importante. Yo pienso que Magritte es un buen artista. Viene de un pueblo cerca del pueblo de mis papás, conozco bien la onda de dónde vivieron, la biografía y todo. Pero su obra, para mí, es más una forma de literatura pintada que una pintura por la pintura; porque la técnica y todo no es la temática primera de su arte. Al final la pintura no es nada más que el medio, pero no el principio de la expresión. El alma de su trabajo -pienso- es la poesía, es la manera de componer imágenes con objetos, con imágenes.”
“Ensor es menos conocido. Es un asunto completamente diferente. Él es puro expresionista.” Sin embargo, no parece tan cierto que tanto Ensor como Magritte sean considerados en Bélgica bajo algún esquema nacionalista. “Bélgica es muy pequeña, entonces tenemos influencias del norte, del sur. No hay una onda de orgullo de la cultura nacional. Es una característica de la cultura belga no tener este orgullo nacional. Es un pueblo que se ríe de sí mismo, bromeando.”
Cristophe manifiesta en su pintura y en la conversación su acuerdo a que su trabajo se identifique con el Expresionismo. Cristophe, ¿qué es lo que recuperas tú para ti del Expresionismo? “Creo que es esta manera de al final ‘vivir’ nada más, acumular una energía –buena, mala, pero la experiencia de la vida-, llega el momento que hay una necesidad de salirla en una cosa con la creación, y en este sentido sí soy expresionista, de salir así las cosas.” Entonces tu pintura en ese proceso sería más emotiva o más afectiva, que intelectual. “Sí, seguramente. Si hablamos de Magritte y de Ensor, Magritte me gusta mucho la idea de la imaginación de la confrontación de las palabras, el lado intelectual, pero me siento mucho más cerca de un Ensor que habla de la vida, de la vida de donde vive también –la luz de La Haya no es la luz de otro lugar- y se siente en su pintura. Vive cosas “allá” y esas cosas regresan en la pintura.”
Todos los cuadros del proyecto MMX tienen título, eso se ve en el portafolio personal de las obras, pero las fichas técnicas en la sala se han obviado. Se ha dejado la expectación a la merced de lo que se alcance a distinguir e imaginar frente a los cuadros. Las composiciones son meticulosas, la superposición de zonas de color no mezclan la pintura; toda es una superficie calculada y ordenadamente estratificada. Las pinturas mejor logradas se distinguen por esconder el rastro de la pincelada; a cambio, muestran en cada mancha gradientes de color y texturas.
“Más que la idea de saber cuál tipo de imagen voy a producir, hay también el factor de por qué hacerlo, en cuál contexto, por quién lo hago -para mí, para los demás-, cuál es su utilidad; y por eso también me intereso mucho por las artes en la antropología.” En cuanto al arte prehistórico, rupestre, cuenta que éste tiene “un valor muy fuerte en mi universo e imaginación. Es la pintura de la cual me siento más cerca.” Ello se nota en sus pinturas, en las que la paleta de colores reducida, y la mancha como estrategia de composición, pueden sugerir que por ahí hay un bisonte, el lomo de un caballo, flechas o marcas desconocidas. Ha visto pintura rupestre en Mauritania, aunque no ha visitado las cuevas de Lascaux en Francia, o Altamira en España. Muchas personas, desde el descubrimiento de estas pinturas rupestres, han documentado y escrito que al entrar a las cuevas pintadas tienen una experiencia mística. “Sí.” ¿Tú la sentiste? “Sí.” ¿Cómo fue? “Es que está difícil de describir esto, creo que pinto porque no tengo las palabras para decirlo.” Tan así que haces pinturas abstractas. “Sí también, pero no he hecho nada más pinturas abstractas. Creo que en mis temáticas se ve también este lado de buscar a los antiguos. Pero sí, estar enfrente de algo que es tan viejo, y que había una intención. Pienso mucho en qué podía tener este hombre en la cabeza: estaba una pregunta, qué va a pasar si pongo pigmento sobre mi mano y la pongo así, o para dejar como su firma para decir ‘estaba aquí’. Al final, más que su propia existencia, está una poesía.” ¿Tú crees que hay una poesía en la pintura prehistórica? “Sí. Y si no está de intención, está porque yo pongo una.”
Aún en las expresiones pictóricas del siglo XX encuentra esta pervivencia de lo antiguo en lo contemporáneo. En un ejemplo concreto, trabaja con el lienzo o la madera sobre el suelo y aplica manchas de color de pintura industrial, provocando y controlando el accidente en la aplicación de la pintura, semejante al norteamericano Jackson Pollok. “Estoy muy interesado en Jackson Pollok. Se considera como arte occidental, pero Pollok hizo su “Pollok” porque veía cómo pintaban los indios antes de él […] Entonces, creo que todo se mezcla un poco también.” ¿Sería como decir que tener referencias de la pintura de Jackson Pollok es tener referencias de estos pueblos? “Indirectamente sí, hay que saberlo, pero para mí sí.”

Publicado en el suplemento Letras de Cambio
Diario Cambio de Michoacán
28 de marzo 2010

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