Posicionamientos iniciales, de nuevo. El Arte y las artes.

Belsay Maza, fotógrafo en trabajo de campo; aspecto del taller La Veta Gráfica (Veta Grande, Zacatecas) de Alberto Ordaz y Karina Lozano; y aspecto de la exposición Arte grotesco y degenerado, mayo 2013, en Morelia. 

Con el inicio de actividades de las carreras en Historia del Arte en la Escuela Nacional de Estudios Superiores (ENES) de la UNAM, tanto en Morelia como en Oaxaca, una descarga de emoción se apodera de mi estado de ánimo. Nuevos futuros colegas, una comunidad creciente con la cual interactuar, generar intercambios y mayor cobertura de las coyunturas humanas manifestadas en el arte y de las artes manifestadas en los hechos actuales. 
Hasta hace poco, la Universidad de Morelia era una de las dos únicas instituciones de educación universitaria que formaba licenciados en Historia del Arte a nivel nacional. Somos una comunidad pequeña. Ahora el espectro se abre con la perspectiva del tiempo y las experiencias por venir. Este entusiasmo es el de quien se siente parte de algo más grade que si mismo, y es por ello que vuelvo a las preguntas iniciales de quien se aventura en la crítica e historiografía de las artes. ¿Qué hacemos con ello? 
Un posicionamiento fundamental en el ejercicio profesional de la Historia del Arte tiene que ver con la definición del objeto de estudio al que se dedica como disciplina. No es sencillo, desde el nivel de los estudios universitarios hasta la práctica profesional posterior al egreso, adscribirse a una sola definición del Arte como objeto de estudio puesto que la pregunta “¿qué es el Arte?” se mantiene permanentemente en el debate de círculos académicos, artistas y público en general. 
La Historia del Arte no es como la Filosofía, la Psicología o la Fisiología; ramas del saber que cuentan con elementos etimológicos en su nomenclatura que permiten definirles con relativa claridad respecto a su objeto de estudio. Para muchas personas es suficiente determinar los campos del saber de estas ciencias al decir: “filos-amor y sofía-conocimiento. Filosofía es amor al conocimiento; psico-mente y logía-estudio. Psicología es el estudio de la mente”. En realidad no es tan simple como eso, pero ya es algo. Por su parte, la Historia del Arte es un campo del saber complejo que conjunta otros dos: “Historia” y “Arte”. Así, se trata de una disciplina que se ejerce en el intersticio de dos dimensiones del conocimiento, autónomas entre sí. 
A lo anterior se suman las diferentes definiciones que existen sobre Arte; circunstancia caracterizada por su diversidad y que cambia de acuerdo al autor o institución que se consulte para ello, a su época y a la perspectiva desde la cual dicha definición se enuncia. La Historia del Arte también involucra una compleja situación en cuanto a su adscripción a los campos del saber. ¿Es una rama de la Historia o es una ciencia autónoma? ¿Es una ciencia o una pseudociencia? ¿Forma parte de las Ciencias Sociales? ¿Es más correcto considerarla dentro del campo más amplio de las Humanidades? ¿O forma parte de las Ciencias del Arte? ¿Cuáles son éstas? 
Vayamos acotando la situación en lugar de problematizarla sin fin. Recuerdo aquí una de las más ideas más difundidas del historiador de arte austro-británico E.H.Gombrich (1909-2001) y que inicia la introducción del célebre libro The Story of Art: “Verdaderamente no hay tal cosa como el Arte. Hay sólo artistas”. Esta frase lapidaria puede alimentar el facilismo abundante de nuestros días, a partir de lo cual se entiende que el artista incluso come artísticamente. Lo que haga ha de entenderse como arte, así sean ensayos, equivocaciones, malas obras, bocetos e incontinencias viscerales. Por eso hay que complementar esta idea con las acotaciones autocríticas que Gombrich apuntó para su propio decir, y así dimensionar mejor su sentido. Los malentendidos están a la orden del día. 
“Una vez éstos [los artistas] fueron hombres que tomaron tierra coloreada y bocetaron las formas de un bisonte en el muro de una cueva; hoy algunos compran sus pinturas, y diseñan posters para carteleras; ellos hicieron y hacen muchas otras cosas. No hay peligro de llamar todas estas actividades ‘arte’ mientras tengamos en mente que tal palabra puede significar muchas cosas diferentes en tiempos y lugares diferentes, y mientras demos cuenta que ‘Arte’ con letra mayúscula no tiene existencia”. 
Y para complementar lo anterior, consulto la opinión de Félix Azúa en torno al tema: “[…] el Arte y las artes son dos asuntos enteramente diferentes. Tan diferentes entre sí como el Tiempo y los relojes. El Tiempo no es el singular de los relojes, sino algo enteramente distinto y quizás ajeno a la existencia misma de los relojes”. De manera que el término “Arte” corresponde a un concepto filosófico, llevado comúnmente a una dimensión genérica y universalizadora; mientras que las artes son los oficios particulares en que se involucra el ejercicio de las técnicas. Azúa considera que las “[…] artes se muestran en el presente; el Arte flota en la intemporalidad, es decir, en el instante de la simultánea creación y destrucción del Mundo”. 
Por tanto, es pertinente hablar de las técnicas empleadas por el arte y del arte empleado por las técnicas, porque sus operaciones tendrán una finalidad en sí mismas y no una finalidad en el “[…] desarrollo de la Idea hacia la hecatombe del mundo y la aparición de la faz de Dios y del Saber Absoluto”. Elementos mencionados por Azúa que pertenecen mayormente a disquisiciones filosóficas y discusiones metafísicas que a investigaciones sobre las prácticas artísticas, tanto del presente o el pasado. 
Recupero lo anterior con el propósito de fundamentar una serie de conclusiones determinantes en un plano laboral, pragmático: 1) la Historia del Arte forma parte de las Humanidades y a sus circunstancias epistemológicas y metodológicas se atiene; 2) “el pasado no está poblado por abstracciones sino por hombres y mujeres” como dijera Gombrich, y es por ello que el objeto de estudio se basa en las obras realizadas por estas personas en circunstancias temporales y geográficas específicas. La construcción conceptual para el desarrollo de conocimiento es una herramienta fundamental, sin embargo dicha construcción debe ser guiada por lo que las obras y sus testimonios (orales, documentales) indican de la producción artística concreta. 
Más allá de la Historia del Arte, lo que ejercemos es la historia de las artes. 

Publicado en el suplemento cultural Letras de Cambio 
Diario Cambio de Michoacán 
17 de agosto 2013

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