Panorámica del grafiti en Michoacán. Catálogo Murales Contemporáneos.


Beneficiario del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico de Michoacán (PECDAM) 2011, se presentó el pasado viernes 17 de mayo el proyecto Murales Contemporáneos. Catálogo de Arte Urbano de Michoacán / 2012 en el auditorio del Centro Cultural Clavijero. Su autor es Iván Mendoza, diseñador gráfico que actualmente cursa la Maestría en Filosofía de la Cultura en el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la Universidad Michoacana, cuyo tema de investigación permanece en la misma temática. 
Tomar en cuenta esto último da una idea acerca de lo que viene, la continuidad que tendrá este proyecto en términos de mayor profundidad y sistematización. Puesto que el catálogo presentado ofrece una aproximación panorámica al fenómeno del grafiti en la capital del estado; y al decir panorámica me estoy refiriendo a una exploración de ubicación de pintas pertenecientes a jóvenes que desarrollan la actividad de la pintura en espacios públicos de manera sostenida y con un lenguaje visual que poco a poco se va consolidando en rasgos identificables. 
En línea con lo anterior, a la tarea de ubicación de pintas en la ciudad -así sean grandes avenidas, muros de sitios representativos, o casas particulares en barrios de reducida circulación- se sumó el reconocimiento y registro de autorías para conformar un directorio de artistas urbanos que incluye, además de su mote y la agrupación (crew) a la que pertenecen, páginas de internet o perfiles de red social en las que pueden rastrearse sus actividades. Se posibilita así que una pintura mural urbana deje de ser anónima, como usualmente se perciben estas superficies coloreadas (a pesar de las firmas y los tags), y hay que apuntar que ello corresponde a un cambio en el ejercicio del grafiti que se experimenta hace un par de décadas: las pintas se hacen ya a la luz del día y no exclusivamente al cobijo de la noche, se hacen obteniendo permisos de los propietarios de los muros y las instituciones en lugar de recurrir a la clandestinidad sin remedio. Y por otra parte, la difusión que de sus intervenciones hace cada autor en la Internet delata el interés por un reconocimiento público y bajo la óptica de la conformación de una trayectoria. 
De cualquier manera, no vaya a pensarse que por este giro en la actividad las cosas son más fáciles para quienes pretenden una pinta: la mayor visibilidad requiere de negociaciones con propietarios y autoridades, a veces no demasiado generosas y receptivas a propuestas, además del aún existente señalamiento público que bien apunta Diana Moncada en el prólogo del catálogo: siguen vigentes los interrogatorios de policías exigiendo comprobar permiso para pintar, los chiflidos y mentadas de madre por transeúntes que les observan en plena actividad, acusándoles de vándalos, ociosos, lúmpenes y cosas más ofensivas. La condena pública a la práctica del grafiti continúa a pesar del terreno ganado en pos de la intervención autónoma del espacio público. 
Habría que anotar, además de todo lo dicho respecto a la manera en que una práctica pictórica sucede en términos de producción visual, la característica mutable que ha sostenido con el tiempo la pinta en términos de su representación significante. Si inicialmente el grafiti se había caracterizado por su carácter gráfico (los tags, las palabras sueltas, las frases críticas en los muros), ha decantado en una mayor recurrencia a modalidades pictóricas. De ser una manifestación que originalmente intervenía un muro, se ha desarrollado al grado de abarcar toda la superficie, ser un mural. 
De ser una forma de escritura, ha mutado en pintura; la caligrafía cedió el paso a modalidades de representación figurativa e incluso abstracciones. Se mezclaron aspectos de diseño, la ilustración, el cómic, la pintura hiperrealista y el naturalismo, la apropiación de imagen (ello visible en la manera en que algunos autores emplazan referencias a personajes de la cultura popular, la televisión, el cine, las marcas comerciales). Aparentemente todo cabe: se puede recurrir al stencil, a la pintura en aerosol a brazo alzado, combinarla con trazos de brocha y pintura de bote, adhesiones de papel y otros volúmenes, migrando a veces de la pintura a la instalación. 
En este crecimiento de las posibilidades para intervenir los muros o el suelo a favor de las directrices creativas de cada autor, el carácter eminentemente contestatario se diluye. No es restrictivo del arte urbano hacer notar un mensaje crítico respecto a la sociedad de consumo, a las injusticias sociales y la polaridad de clases. Estas prácticas discursivas perviven, pero han expandido los tenores de los discursos. Por tomar tres ejemplos: la defensa de las culturas indígenas, su territorio y esferas simbólicas, tratadas más en términos de promoción que de combatividad se notan en los murales de Spaik en Ciudad Universitaria y Pese en el salón central de Multiforo Cultural Cactux, ambos refiriéndose a la cultura Wixárika en la coyuntura de las amenazas al territorio propio de este grupo cultural. Y por otra parte, el mural que resume la Ley Revolucionaria de Mujeres Zapatistas, pintado por La Otra Michoacán y que se encuentra registrado en las páginas 120 y 121 del catálogo Murales Contemporáneos. 
Cabe la pregunta acerca de por qué este catálogo dice referirse al estado de Michoacán si se concentra únicamente en una selección de grafitis ubicados en Morelia. La respuesta de Iván Mendoza ante la pregunta expresa de quien esto escribe, reveló que si bien hay que reconocer esta circunstancia, casi todas y todos los autores catalogados en esta investigación provienen de municipios del interior del estado, y realizan grafitis allende las fronteras de la capital. Por lo pronto se ha buscado realizar un muestreo representativo que permita, a través de logros y limitaciones reconocidas en el resultado final, trazar líneas de documentación hacia una catalogación razonada de la práctica de la pintura pública en la región. 
Por ello, y como anotaba en un principio, esta publicación (que puede consultarse y descargarse digitalmente desde el sitio www.issuu.com/ivanmendoza9) es el punto de partida a más amplios abordajes sobre el arte urbano en el estado, que sin embargo, se suma a materiales bibliográficos ya existentes aunque con otro tenor. Como Grafiteros de Morelia de Margarita Vázquez, publicado por la Unidad de Culturas Populares e Indígenas de Michoacán en el 2003, que aborda el mismo tema pero a la luz de la reflexión sobre las tribus urbanas y las expresiones juveniles de posmodernidad. 

Publicado en el suplemento cultural Letras de Cambio 
Diario Cambio de Michoacán 
25 de mayo 2013

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