Arte y artes. El pasado no está poblado por abstracciones.
En el ejercicio constante de la Historia y la Crítica de Arte resultan infranqueables ciertas preguntas que cada cierto tiempo logran, incluso en los temperamentos más firmes, detener el andar seguro e indubitativo. Nunca hay algo definitivo. Las convicciones siempre pueden cambiar. Son sometidas a ajustes y adecuaciones para dirigir siempre mejor la voluntad, esa entidad que es mezcla de raciocinio y afectividad.
¿Qué estamos estudiando? ¿Qué visitamos y sobre qué reflexionamos cuando tratamos sobre Arte? ¿Qué cosas, personas y circunstancias integran este esfuerzo editorial que es Mir(í)ada? Al recordar la pregunta “¿qué es el arte?”, rememoro las palabras del filósofo Slavoj Žižek en torno a una pregunta semejante: ¿qué es la libertad? Preguntarse por ontologías de esta manera puede resultar vacuo, confuso, iniciándonos en una maraña que no podremos resolver por inocua. ¿No es más importante saber qué significa hoy ser libre? Cambiemos de metodología: preguntémonos en qué condiciones sucede aquello por lo que nos preguntamos en lugar de indagar “qué es”. No sea que esta última manera de interrogar nos conduzca a la construcción de un concepto en lugar de ofrecernos respuestas sobre las cosas con que tratamos. Un concepto y una cosa no es lo mismo.
Para explicar esto, me sirvo del texto que publicó Terea del Conde en 2001 en los Anales del Instituto de Investigaciones Estéticas (UNAM). El historiador de arte Ernst H. Gombrich acompañó con la siguiente anécdota su texto “Foccus on the Arts and Humanities”, publicado en 1981, en el cual complementaba diversas disertaciones en torno al problema de los valores en el ejercicio de las disciplinas humanísticas. Cuando él eligió como tema para su disertación doctoral al pintor renacentista Giulio Romano, famoso discípulo de Rafael Sanzio, se confrontó con la situación de no hay documento alguno que informe sobre lo que hizo Romano en el taller de su maestro.
Pero a pesar de la carencia, “autoridades famosas se pronunciaron supuestamente con exactitud acerca de la figura o grupo de figuras en la obra del maestro [Rafael] ejecutadas por él mismo o por otro de sus asistentes renombrados […] Supongo que carezco de talentos para los juegos de atribución, pero también me faltó entusiasmo para una actividad que a menudo se basa en el propio convencimiento respecto a cosas sobre las que no existen pruebas de evidencia […] Mis investigaciones me llevaron a los bien provistos archivos de Mantua, y aunque no encontré allí descubrimientos espectaculares, aprendí algo que siempre debí haber sabido: que el pasado no está poblado por abstracciones, sino por hombres y mujeres.”
Gombrich refiere que, en estas circunstancias de vacíos documentales, le pareció duro adjudicar a Romano y los demás discípulos de Rafael los predicamentos que estudiosos como Dvorak encontraron expresados en el estilo del manierismo, de modo que buscó en el ambiente explicaciones alternativas, incluyendo las demandas y expectativas del patrón de Romano: “el indulgente y hedonista” Federico Gonzaga, de quien se sabe bastante a través de documentos.
Al margen de esta relatoría, Teresa del Conde apuntó que este sentir de Gombrich es análogo a una de las más difundidas frases acuñadas por él y que inicia la introducción del célebre libro The Story of Art: “There really is no such thing as Art. There are only artists.” (Verdaderamente no hay tal cosa como el Arte. Hay sólo artistas) Y a esta frase lapidaria habría que recordar las acotaciones autocríticas que Gombrich apuntó para su propio decir.
“Una vez éstos [los artistas] fueron hombres que tomaron tierra coloreada y bocetaron las formas de un bisonte en el muro de una cueva; hoy algunos compran sus pinturas, y diseñan posters para carteleras; ellos hicieron y hacen muchas otras cosas. No hay peligro de llamar todas estas actividades ‘arte’ mientras tengamos en mente que tal palabra puede significar muchas cosas diferentes en tiempos y lugares diferentes, y mientras demos cuenta que ‘Arte’ con letra mayúscula no tiene existencia.”
Para apuntalar el sentido de lo anterior, consulto la opinión de Félix Azúa (Diccionario de las Artes, 2002) en torno al tema: “el Arte y las artes son dos asuntos enteramente diferentes. Tan diferentes entre sí como el Tiempo y los relojes. El Tiempo no es el singular de los relojes, sino algo enteramente distinto y quizás ajeno a la existencia misma de los relojes.” La distinción se encuentra en que “Arte” es un concepto filosófico, llevado comúnmente al uso de término genérico y universalizador; mientras que las artes son los oficios particulares en que se involucra el ejercicio de las técnicas. Azúa considera que las “artes se muestran en el presente; el Arte flota en la intemporalidad, es decir, en el instante de la simultánea creación y destrucción del Mundo.”
Por tanto, se torna pertinente hablar de las técnicas empleadas por el arte y del arte empleado por las técnicas, porque (en la opinión de Azúa) sus operaciones tendrán una finalidad en sí mismas y no una finalidad en el “desarrollo de la Idea hacia la hecatombe del mundo y la aparición de la faz de Dios y del Saber Absoluto.” Elementos que pertenecen mayormente a disquisiciones filosóficas y discusiones metafísicas que a investigaciones sobre las prácticas artísticas, ya correspondan éstas al presente o al pasado.
Si el pasado no está poblado por abstracciones, sino por hombres y mujeres, el presente tampoco. ¿Por qué buscar abstracciones cuando investigamos sobre arte? Si hay quien prefiere envolverse en laberintos de confusión y de pensamientos inconclusos al indagar “qué es el Arte” (con mayúscula), adelante. Mientras tanto, habremos quienes buscaremos esclarecer las condiciones en las que las artes (en plural y con minúscula) suceden en nuestros días y sucedieron en los tiempos que nos preceden. Esto marca nuestra vocación. En ello hacemos valer nuestra aportación al conocimiento de las obras producidas por personas concretas en circunstancias específicas, y que delatan los estadios de las culturas actuales y añejas. Quien quiera sumarse a este viaje, está invitad@.
Publicado en el suplemento cultural Letras de Cambio.
Diario Cambio de Michoacán.
2 de septiembre 2012.
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