¡Viva México! Un documental.

“La operación que reivindica a los indios muertos después de aniquilar a los indios vivos es todavía muy conocida en México…”
El régimen visual y el fin de la Revolución. Renato González Mello.
“Me enfurece escuchar que el gigante dormido por fin despertó/
500 años de lucha enseñan que el gigante nunca durmió/
no ignores lo que tu gente ha estado pensando y haciendo/
no hemos estado durmiendo... sino trabajando.”
Myth of the sleeping giant. Olmeca.
Puede parecer extraño iniciar un comentario sobre el documental ¡Viva México! con los anteriores epígrafes, pero son varias las razones. Este largometraje documental se encuentra en una gira de presentación a nivel nacional y en Michoacán se proyectó en tres sedes (Fábrica de Imágenes, Universidad Latina y la Escuela Popular de Bellas Artes) esta semana. Su director, Nicolas Défossé, se presentó también en el marco de las conferencias Lenguajes independientes y revolucionarios del arte el día 24 en el Centro Cultural Clavijero.
El contenido de la película trajo a la memoria el texto de Renato González Mello, incluido en el tercer volumen de los libros Hacia otra historia del arte en México. El arte nacional a debate. González se propone señalar algunas líneas de investigación pendientes en torno a preguntas sobre una historia política de las imágenes “No una historia de cómo la política ‘influye’ o ‘determina’ la pintura, sino una historia política apoyada en las imágenes […] que no atienda fundamentalmente a los actos de gobierno, sino a las imágenes del Estado, la diferencia y la legitimidad.” Este interés no se dirige a renovar la historia del arte recurriendo a la política, sino “aportar a la historia social y política recurriendo a las artes.”
Cuando habla de “la operación” que reivindica a los indios muertos después de aniquilar a los vivos, está hablando de Siqueiros y sus murales del Palacio de Bellas Artes, particularmente la serie que trata sobre el último tlatoani mexica: Cuauhtémoc redivivo, Cuauhtémoc torturado y Cuauhtémoc contra el mito. Los muralistas, además de pinturas, crearon las imágenes del imaginario mexicano, introdujeron al indígena como actor de revoluciones, como explotado, como reivindicador, héroe anónimo, triunfador y de mil maneras más, pero siempre en el marco de la lucha de pobres contra ricos, de desposeídos contra poseedores, de víctimas contra verdugos.
Nuestra historia mexicana del siglo XX está repleta de situaciones en las que tanto indígenas como campesinos y obreros son “tomados en cuenta” por el espíritu nacionalista o de inspiración gubernamental para definir una dirección adecuada hacia el desarrollo, la justicia y equidad social. Revoluciones y revueltas fueron llevadas a cabo por este cuerpo multitudinario y (pretendidamente) “anónimo” de las masas mexicanas. “Falsa conciencia”, dice González Mello, es el término que parece a propósito para el indigenismo mexicano posterior a la Revolución.
Aquí entra la pertinencia del segundo epígrafe. Olmeca es un intérprete de hip hop que aparece en la película ¡Viva México! Tomó la pista de otro grupo y sustituyó la letra original con sus propias palabras. La letra es en inglés, pero cuenta con subtítulos en español. A este “gigante dormido” se le asocia con el “México profundo”, en el sentido de que estuvo despierto durante la Revolución, ha permanecido quieto durante el siglo XX y ahora, en nuevos tiempos de inestabilidad social generalizada, la revuelta puede surgir otra vez, apareciendo con la frecuencia de 100 años para cada ocasión. Es esta una construcción del imaginario.
Lo que le enfurece a Olmeca es el advertir la creencia de que los grupos indígenas van adquiriendo conciencia de sí mismos, como si no la hubieran tenido siempre. Las circunstancias de injusticia, pobreza y marginación tienen una larga carrera en su gestación, y la inestabilidad social acompañada de movilizaciones civiles y levantamientos (armados o no) en pro de la autonomía (como la resistencia zapatista que apareció en la escena nacional en el año 1994), representan el nuevo episodio de una historia que inició con las vejaciones de la conquista y sobre la cual se construyó un castillo en el aire llamado Nacionalismo, el cual benefició al Estado que lo encarnó sin hacer eso mismo con el pueblo del cual emana su poder y justificación.
¡Viva México! es un documental que muestra cómo y de qué manera las personas de comunidades pobres, campesinas e indígenas hacen una lectura propia de su contexto, problemática y soluciones. No hay opiniones de especialistas hablando de economía, politología u otras disciplinas. Lo que sí hay, y mucho, es gente real compartiendo su visión sobre la tierra, el saqueo por parte de empresarios, el desdén y hasta la violencia ejercida por el gobierno. Desde los pescadores de San Blas y su lucha contra la destrucción de los manglares, los artesanos mayas que se resisten a ser echados de la zona arqueológica de Chichen Itzá (tan capitalizada hoy día), hasta el dramático y desgarrador hito de la violencia de Estado contra el pueblo de Atenco (Edo. Mex.) en 2006, que tuvo como trasfondo una disputa por la tierra.
Cuando se nos invita a sentirnos “orgullosamente mexicanos”, estas son precisamente las historias que no se cuentan en medio de la celebración. Son las historias que necesariamente han de conocerse si no deseamos vernos envueltos en una realidad que no entendemos por haber tergiversado el sentido de los eventos.
Más información en www.vivamexicofilm.com
Publicado en el suplemento Letras de Cambio
Diario Cambio de Michoacán
26 de septiembre 2010
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