Exposición fragmentada de López Prado


Desde el 16 de abril pasado, en la galería David Alfaro Siqueiros de la Escuela Popular de Bellas Artes (EPBA), se exhibe Sin fecha de caducidad. Exposición fragmentada, con obra de Marco Antonio López Prado. Mayormente referenciado como pintor, grabador y escultor, tiene larga carrera en el ejercicio de otras funciones. Hasta enero de 2007 fue director del Museo de Arte Contemporáneo “Alfredo Zalce”; antes dirigió la Casa de la Cultura por varios años, se desempeña desde hace otros tantos como profesor en la EPBA, y frecuentemente figura entre los miembros de consejo técnico en las emisiones de los programas de estímulos para las artes, del Sistema Estatal de Creadores y de Coinversiones.
En esta ocasión no se presenta envuelto por la estructura de la Secretaría de Cultura, sino que muestra su obra. Para Exposición fragmentada no se ocupa de la obra de otras y otros (artistas jóvenes, becarios, tallerandos o ya con trayectoria) sino de la suya propia. La exhibe, además, en un contexto académico: la galería se encuentra en las instalaciones de la EPBA ubicada en el centro histórico. Casi podría decirse que la exposición se dirige exclusivamente hacia ese público que encarna el cuerpo estudiantil de Bellas Artes. El profesor de pintura mostrando su trabajo al estudiantado.
La exposición no tiene visibilidad hacia el exterior del edificio, aún contando con ventanas a la calle. Éstas han sido tapadas con mamparas, las ventanas permanecen cerradas, y la referencia a la exposición (a diferencia de muchas otras muestras ahí colocadas), en este caso una lona impresa, se colocó en el patio interior. El acceso a la galería se realiza por la puerta lateral que da a dicho patio, permaneciendo cerrada la puerta más cercana a la calle. Por ello no hay forma de adivinar que hay una exposición ahí dentro, salvo mirando escasas y pequeñas tarjetas alusivas, colocadas en la herrería de las ventanas exteriores. Si el profesor exhibe obras en la escuela ¿por qué las vuelve invisibles al exterior? No sea que estemos poniendo el ejemplo, instruyendo a futuros artistas a realizar exposiciones que nadie verá porque éstas no se harán notar fuera de los muros del recinto que ocupan.
La museografía no tiene pies ni cabeza. Es un tropezado y estrecho pasar entre esculturas con sus bases y muros blancos que no se ocupan salvo por 4 pinturas. La distribución de las piezas no sugiere un tránsito en la sala por medio de un circuito. En este sentido, Exposición fragmentada es más una exposición rota; la museografía se planteó proponer la fragmentación del tránsito a través de las obras, con la intención de presentarlas “de forma no lineal”. Es difícil concebir que con razones conceptuales la museografía puede justificar un acomodo desordenado del espacio de la galería, porque al final el resultado es el mismo -aunque no hubiera esas razones conceptuales: se dificulta el paso de una obra a otra, no se da espacio suficiente para mirar sin tener en el hombro o la espalda otra pieza con la que podamos topar.
Sin fecha de caducidad se forma de 8 series que giran en torno a sendos conceptos: fe, transgresiones, amor y desamor, desesperanza, venas abiertas, migrantes, materia viva y voracidad. “Planteada en un inicio para presentarse de manera conjunta en un espacio determinado y ante la imposibilidad de hacerlo, la exposición se muestra flexible y permite su fragmentación. Así, en este maravilloso recinto se exhiben únicamente las series amor y desamor, venas abiertas y materia viva. Otras sedes, de manera simultánea o en fechas sucesivas albergarán otros fragmentos de la exposición.” Este texto que acompañaba la invitación devela que la idea es presentar la obra por partes. Entonces, estamos ante la presencia de un fragmento de una exposición más grande, lo cual dibuja parcialmente una imagen de la obra del autor.
Los soportes son variados: hay pintura, escultura, ensamblajes e instalación. La pintura más pequeña es Deforestación, encausto sobre madera, muestra tres cuerpos negros esgrafiados calcinándose, acompañados de tres aves negras. La zona inferior incendia brazas de lo que semeja un tronco. Sobre el consumo desmedido de la madera arderá el propio cuerpo humano, sustituyendo en suerte a los árboles incendiados. El tema es ambiental, y actual, coyuntural en un estado como Michoacán, donde tala la clandestina de árboles avanza y los incendios cada año reducen a cenizas hectáreas completas.
Aborda la violencia en su única instalación de mesa de madera, periódicos, alambre, tierra y balas: Sin novedad presenta tres pacas de periódicos anudados con alambre, manchados con rojo en la cubierta, sobre una mesa roída y rodeada de tierra charanda. Los encabezados tratan sobre bombardeos, rebeldes y dos torres caídas; las fotos muestran militares y camiones. Esta obra presenta una visión de la violencia normalizada; no la denuncia, sino que la exhibe y la demuestra, busca darle un valor. No es uno muy grato: la cotidianidad de la brutalidad y el asedio unida a la capacidad de habituación de las personas.
Yendo de la pintura a las prácticas visuales, de un arte de oficio a otro instalativo, López Prado exhibe sus aspiraciones a trascender el dominio técnico en la pintura y acceder a formatos artísticos más contemporáneos. En entrevista para el Sistema Michoacano de Radio y Televisión en el 2008, él se explicaba así. “El estar regresando al origen y yendo a la novedad me ha permitido ir creando imágenes que estoy actualizando, que me interesa vivir esta época en la que estoy yo ahorita. Lo que yo decía: no me interesa hacer una cuestión anecdótica, ni decir “bueno, las piedritas del río eran así”, sino esa gran masa del río, el agua, lo que implica, y cómo lo debe de entender, desde mi punto de vista, el público que lo vea, o hacerlo yo reaccionar al ver estas cosas de manera diferente. Creo que una de las funciones del arte, es precisamente eso, despertar inquietudes, despertar ideas, y a veces cuando tienes cierto compromiso con algunas luchas, pues despertar también la conciencia social.”
Con más de 500 años a cuestas… muestra una visión sintética de la figura de la Virgen de Guadalupe. Se compone de un pedestal vertical de madera con rebozo azul colgado al centro y rematado en sus extremos por un remate agudo de láminas. Otra escultura en madera muestra un nudo en forma de corazón, muy pulimentado y voluminoso. El material le sugirió la forma una vez que lo encontró: este es un caso más de apropiación que de escultura labrada, la tradición del objeto encontrado que el artista sólo afina y retoca aquí vive, descansando sobre un delgado pedestal de metal. Es la única obra de la serie amor y desamor, su título no indica nada más allá de lo que se ve, Corazón.
Persistencia, Caminante y Longevidad son tres ensamblajes (objetos que pertenecen a la familia de la escultura) de piedras esféricas soportadas por cuatro varillas de bronce incrustadas en base de madera. Bajo la lógica de garantizar un soporte idóneo, la elección de los materiales es adecuada. Los soportes de las piedras apenas superan el ancho de una pajilla o popote. Hay ligereza en el montaje y simplicidad en el concepto. En las pinturas Obstáculo y Levitación también lo etéreo es un tema, pero parece que pertenecen a un fragmento distinto al resto de la obra.

Publicado en el suplemento Letras de Cambio
Diario Cambio de Michoacán
9 de mayo 2010

Comentarios

  1. Gente como tú no debería escribir sobre el arte.

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  2. Con todo respeto, una cosa es ser crítico y otra estar buscando las debilidades de los proyectos por sobre las fortalezas. En lo personal, no vuelvo a leer tu blog.

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  3. A mí me encantó la reseña. Es, sobre todo, cierta. Es lo que nos falta como pueblo, la capacidad de nombrar las cosas por su nombre y decirlas como son. Enhorabuena.

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