Calzada de la libertad, espacios de la expresión


Septiembre amaneció con mucho más que solo la víspera de las “fechas patrias”. Las naciones tienen sus efemérides, los gremios artísticos también. O al menos los edifican, tal como sucede con Fotoseptiembre, festival de la fotografía que busca “identificar un panorama del movimiento fotográfico en México y el mundo.” Esto se lee en el sitio de Internet del Centro de la Imagen (ciudad de México), institución que desde el año 2000 impulsa dicho festival con exposiciones fotográficas, foros y publicaciones de alcance nacional.
A dicho festival pueden adherirse fotógraf@s de todo el país, lo cual deriva en actividades alternas que nutren lo que desde el centro se realiza. En este contexto encontramos en nuestra ciudad la muestra fotográfica Calzada de la Expresión del Colectivo Primer Click, expresamente organizado para este mes, este año, este momento. Son muchas las imágenes, muchos los nombres que pertenecen a este contingente de la lente. Lo que se expresa en su texto de pared es que buscan “posicionar a la fotografía como una manifestación viva en la entidad” y escogieron la Calzada Fray Antonio para hacerlo; “fomentar el intercambio de ideas y reflexiones en torno al quehacer fotográfico”, realizan una serie de mesas redondas y conferencias abiertas al público; y contribuir a la “recuperación de espacios públicos” como sitios expositivos, donde su trabajo como profesionales o aficionados fotográficos producen.
No hay una línea curatorial, ninguna línea para seguir; la intuición, la curiosidad, el paso apurado y el azar llevan a los paseantes a través de los pequeños bloques de imágenes que conjuntan la obra de sus autores. De ambos lados del corredor se ve gente caminar, detenerse, apuntar con el dedo y seguir su camino; en una hora se puede contar más público para esta exposición que la afluencia diaria de cualquiera de los museos en Morelia.
¿Qué se ve en las imágenes? Escenas de vida cotidiana, fotografía de autor, paisajes e imágenes documentales. Gabriela Anguiano y Alejandro Saavedra encabezan la columna con fotografías del vacío, donde todo ya pasó o puede pasar; Deshabitado y El Juego son sus títulos. Antonio Zamora muestra escenarios imposibles, o más bien alterados, irrumpidos. Las Nostalgias oníricas de Tatiana Jacobo se inclinan hacia la gráfica digital por su “prolífico” uso de la edición digital, excepto su mujer vestida de blanco en el césped.
En el tono de la fotografía como herramienta de la observación curiosa, encontramos globos aerostáticos en pleno vuelo (Alejandro Sandoval), moscas nadando en macrofotografía (Alejandro del Valle) y las instantáneas de los Niños Colectivo Miradas Candorosas. Una niña al desayuno, su estar en la hamaca o entre las piedras, la tarde en la playa; documentan su visión como niñ@s de la costa del estado. Puede ser interesante comparar estas fotos con las de Michael Taraverse y su mirada de la infancia en el campo, pero vista desde “afuera” en más de un sentido.
Entrados en imágenes documentales, encontramos parte de la serie Los Picaderos de Germán Canseco. Las imágenes son perturbadoras por la mezcla de placer y enajenación que se dibujan en el rostro de una muchacha que sonriendo recibe una inyección en el cuello, mostrando dos llagas más por inyecciones anteriores. Los espacios, los habitantes de estas estancias para el consumo y tránsito por los efectos.
Sórdidas también pueden ser las imágenes que muestran la presencia militar en el estado y en la realidad de nuestro país. Alfred Desgarennes muestra al presidente Calderón vestido “a la castrense” frente a las tropas que constitucionalmente comanda. Mucho se le pediría a la tropa en ese inicio de sexenio: combatir al narcotráfico, recibir ataques y emboscadas, ver cosas horribles, fosas de cuerpos descompuestos, matar a sus connacionales. Pablo Pérez Chacón muestra, en cambio, la vida íntima de dos exmilicianos en un giro muy elocuente.
Podríamos seguir por los paisajes, los retratos, autorrepresentaciones, desnudos y darnos cuenta que la gran virtud de la muestra es la apertura traducida en variedad, principalmente en sacrificio de la unidad expositiva. Este es un abanico de las actualidades de la fotografía en nuestra comunidad; principalmente es eso. Tiene mérito el esfuerzo autogestivo de este colectivo para realizar la exhibición, acertadamente impresa en material para exterior de buena calidad. El montaje es modesto y contrasta radicalmente con la otra exposición fotográfica “autogestiva” que prepararon el Ayuntamiento de Morelia, la Universidad Michoacana y el Gobierno del Estado a través de la Secretaría de Cultura; un asunto oficial ya que se conmemora el bicentenario de la Conspiración de Valladolid y para ello se prepararon estas vistas de los edificios históricos de Morelia. Conspiración y Espacios de Libertad es el título. En estos espacios se forjó la ideología que impulsaría a los criollos a oponerse a los peninsulares, y así realizar la conspiración que precedería nueve meses al grito de Independencia en 1810. Estos espacios de libertad son los conventos de San Agustín y el Carmen, la Catedral, la casa de los Michelena, de García Obeso, Abad y Queipo y muchos más.


Hoy estos espacios libertarios están ocupados por museos y espacios de culto vigente, pero también por bancos, tiendas de precios considerables, restaurantes y cafeterías. Todo ello puede sugerir la inquietud acerca de la vigencia de dichos espacios tal como se nos presentan en los textos de la muestra, porque además dichos rincones coloniales se aprecian vacíos, centrando la atención en el patrimonio desaparece en gran medida la humanidad que lo habitamos. Aún así su presencia es innegable y sorprendente, sus fotografías de gran formato -montadas en mamparas metálicas de dimensiones todavía mayores- inundan la mirada con su detalle y acabado limpio.
La foto está en las calles. La gente estamos mirando. Cumplen su cometido.

Publicado en el suplemento Letras de Cambio
Periódico Cambio de Michoacán
13 de septiembre 2009

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