Diálogos abstractos de Guadalupe Morazúa

A la izquierda, Conjunción mística, de Guadalupe Morazúa. A la derecha, aspecto del montaje en el MACAZ.

Recuerdo aquí las palabras que Argelia Castillo, curadora y crítica de arte radicada en Uruapan, Michoacán, utiliza en el texto que da línea a la recientemente cerrada convocatoria para la apertura de la Galería Michoacana de Arte (GAMA) con el tema México en los imagianrios de los artistas contemporáneos de Michoacán: “Si el arte en general constituye una glosa del creador acerca de su tiempo y sus circunstancias, el arte contemporáneo se caracteriza por bordar fino en diversos conceptos y sentidos estrechamente relacionados con ese traer a la mente o la imaginación los procesos gestados en 1810 y 1910: la memoria y el olvido, la identidad y la otredad, el individuo y la comunidad, el terruño y la patria, lo indígena y lo mestizo, lo rural y lo urbano, lo exótico y lo cosmopolita, lo local y lo global, los mitos y los ritos, los héroes y los antihéroes, la memoria colectiva y la conciencia nacional.”
Una glosa se define como una “explicación o comentario de un texto oscuro o difícil de entender” (DRAE). Así, la obra de arte se percibe como un comentario del artista sobre el tiempo que le tocó vivir, una glosa, un comentario estético ante una realidad oscura y difícil de entender, como un texto de escritura densa, reticente a ser descifrado. Si ello aplica para el arte en general, al arte contemporáneo (en el párrafo ya citado) se le atribuye la capacidad de “bordar fino”, incidir sensiblemente en conceptos y sentidos que nos competen actualmente: la reflexión cultural e histórica acerca de nuestro país en los (bi)centenerarios de convulsos hechos sociales y políticos que definen la genealogía nacional. Genealogía que es incompleta, tan convulsa ha sido la historia de México en 1810 y 1910 como en los años que les preceden y proceden, pero eso es comentario de otra ocasión.
Mientras las “celebraciones” se preparan para el próximo septiembre y noviembre de este año, el mundo sigue su vuelta. No todas las obras de arte son una “glosa del creador acerca de su tiempo y sus circunstancias”, entendiendo por ello una traducción plástica de su visión sobre la época en la que le tocó vivir. Resulta que autores y autoras hablan con el lenguaje que les es propio y hablan de sí mismos, el tiempo que les tocó vivir en sí mismos, glosa sobre su individual tiempo y particulares circunstancias. Ejemplo de ello es Diálogos Intermitentes de Guadalupe Morazúa (Querétaro, 1950), que actualmente se exhibe en la planta superior del Museo de Arte Contemporáneo “Alfredo Zalce” (MACAZ). Y es una verdadera sorpresa, puesto que el arte abstracto no había tenido presencia notable en el MACAZ en el último año y mucho menos proveniente de una mano femenina.
“La ausencia total de alusiones figurativas sitúa la obra de Morazúa en un plano de búsqueda del absoluto platónico de la belleza formal –en el que se sustentaron filosóficamente el abstraccionismo geométrico y la abstracción lírica del siglo XX-; es decir, la belleza de la interacción accidental provocada de los materiales, sin relación con las formas naturales, aunque a veces, en su obra, las superficies cubiertas con hoja de oro conllevan cierta suntuosidad y, por tanto, se contrapongan a la austeridad característica del materismo.” Este texto de Luis Carlos Emerich incluido en la muestra ofrece una clave de lectura de la pintura de Morazúa sin pretender ser la única ni la principal, “como toda obra abstraccionista, está abierta a proyecciones, atribuciones y contribuciones del imaginario del espectador, puesto que la provocación del diálogo es su objetivo principal.”
La gran mayoría de las obras carecen de título. Ello se debe a esta apertura de interpretación que se le atribuye al arte abstracto, particularmente en pintura. Ello no evita que exponentes reconocidos dentro del abstraccionismo muestren una inclinación clara a indicar alguna noción en los títulos de las obras que de una clave de su origen o tema, tal como sucede en casos como Manuel Felguérez, Lilia Carrillo y Fernando García Ponce. En el caso de Guadalupe Morazúa, el tema es la pintura y nada más, las fichas sólo ofrecen información contextual, no de tema: la técnica y el año de realización, salvo en felices excepciones.
Conjunción mística (2007) es un políptico de 40 óleos sobre tela dispuestos a modo de mosaico que muestran un hermetismo semejante a los lenguajes ocultistas: mensajes profundos que sólo serán legibles al iniciado en función de sí mismo. No hay un significado preciso sobre esta construcción pictórica superpoblada de piezas, colores y texturas, donde las manchas y escurrimientos ofrecen lo que podrían ser paisajes urbanos, golpes, rasgaduras, quemaduras y hasta un puente vehicular. Aquello recuperable en esta obra proviene de cada mirada individual que se le posa; la intención inicial de la autora es importante, pero tan importante como ella es la mirada del veedor (como diría Arturo Rivera, en oposición a la idea de espectador) que reconstruye el sentido de la obra en cada ocasión que dirige sus ojos al cuadro.
Vuelo nocturno (2004), óleo sobre tela construido a manera de un díptico concentrado en un solo marco, muestra un fondo oscuro que mezcla los ocres con el negro para lograr una apariencia nebulosa y encendida. Trazos rojos en la superficie dibujan trayectorias circulares que no son planas: los empastes hacen que dicho color rojo sobresalga de la planimetría de la pintura para entonces dar un resultado volumétrico, matérico. Aquí aparecen dos hojas de oro a las que aludía Emerich, sólo que se encuentran cubiertas casi en su totalidad por la materia pictórica, poniendo en entredicho dicha “suntuosidad” referida en el texto. Lo cierto es que este marco, como otros en la muestra, están decorados con hoja de oro en su cubierta; ello, en el lenguaje de oficio de la pintura, sí es un elemento de dignidad y preciosismo; algo semejante al marco negro que rodea las imágenes fotográficas en blanco y negro en tiempos de la fotografía analógica, signo de que el fotógrafo o fotógrafa en cuestión había ampliado el negativo sin reencuadrar. Si la imagen era buena, ello denotaba habilidad y maestría para el autor o autora. Regresando a Vuelo nocturno, cada lienzo del díptico tiene un tratamiento semejante en la parte superior, no así en la inferior: a la derecha un fondo colorido de forma distinta muestra un chorreo de pintura que dibuja las trayectorias de las gotas y su emborronamiento. Este es un recurso constante en la muestra, se trata de la forma de provocar el accidente pictórico para después controlarlo: provocar mezclas o superposición de colores, dar límites a campos de color o invadir zonas pictóricas demasiado diáfanas. Por ello, dicho escurrimiento de pintura generalmente se usa aquí con base en contrastes cromáticos.
Otros obras con título son Inquietante lenguaje 1 (2004), Inquietante lenguaje 2 (2007) y Levitación (2006). El resto cuentan con un mutis nominal que deja al observador a la merced de cada pieza. Eso es lo deseable: que como público atendamos más a las obras que a los títulos que éstas detentan. De otra forma, nuestra experiencia de la pintura corresponde más al caso de las películas de las cuales no se conoce la trama sino sólo el título, como si en un libro atendiéramos más al nombre que al contenido. Como si bastara conocer a una persona por lo que dicen de ella, más que por lo que dicha persona puede hablarnos de sí misma en el acto de querer ser conocida.
Sin embargo, hay algo por apuntar: ¿qué pensar acerca de la dificultad de autores y autoras, tan sintomática en nuestro tiempo, para ponerle nombre al trabajo que hacen? No son pocas las series que en la actualidad podrían conformar una inmensa colección llamada “Sin título” que atravesara geografías y calendarios, tiempo y espacio, como si por el hecho de que las palabras no bastan para describir suficientemente los afectos, no hubiera una tentativa de aproximarse efectivamente a la comunicación de los contenidos de una obra que se produce, pero que además, se exhibe. Es decir, se dirige a un público. Nosotr@s.

Publicado en el suplemento Letras de Cambio
Diario Cambio de Michoacán
23 de mayo 2010

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