Lo propio y lo ajeno entre colores, líneas y monitos



El pasado martes 4 de junio se presentó en la Escuela Popular de Bellas Artes la Guía de Aplicación para el Programa de Artes Plásticas Infantil Entre colores, líneas y monitos del pintor José Ángel Pahuamba Velázquez. Fue la presentación formal del proyecto publicado como parte del Programa de Coinversiones para la Producción Artística del Sistema Estatal de Creadores, Secretaría de Cultura de Michoacán. A ésta le seguirán otras, pero en contextos hacia los cuales se dirige la aplicación de este método: las comunidades indígenas en el estado. 
Se trata, como lo ha explicado el mismo Ángel Pahuamba, de una metodología de educación, un “apoyo didáctico a los profesores o personas interesadas en difundir el arte y la cultura entre la población infantil.” Y particularmente a niños y niñas de comunidades indígenas, las cuales reconoce el autor –tanto en la introducción del texto como en las notas de prensa- como mayoritariamente aisladas y relegadas a un segundo plano en cuanto educación y servicios, poseedoras sin embargo de una riqueza cultural, ritos sociales y costumbres invaluables. 
El libro plantea de inicio una problemática educativa muy vigente, vinculada de manera profunda con la forma en que se puede pensar al sujeto dentro del proceso de aprendizaje en general, pero de las artes plásticas en particular. Pahuamba lo describe inmejorablemente: con esta guía se pretende que el niño “tome conciencia y se descubra como sujeto activo, asumiendo una nueva tarea o actividad liberadora, contraria a la concepción que se tiene de la educación para las comunidades, donde el individuo es un depósito vacío que va siendo llenado por pedazos del mundo dirigido por otros, imágenes ajenas, residuos de residuos con los que se pretende crear contenidos de conciencia, sin respetar la cultura propia.” 
El énfasis del taller que se plantea en este método, por tanto, no se concentra en hacer de los niños artistas, sino formar sujetos activos con identidad, con claridad de su realidad inmediata y una capacidad sensible que también aporte a su inteligencia, medio indiscutible e irrenunciable para interactuar con su comunidad y el entorno. 
No es fortuito que la primera unidad se dirija al autodescubrimiento y que tome como estrategia práctica el ejercicio del dibujo. Éste requiere de aplicar el pensamiento abstracto para advertir y seleccionar los rasgos que nos definen como personas para comunicarlos después; también para observar y reconocer lo que nos rodea y representarlo a través de recursos simples como puntos, diferentes tipos de línea y gradientes de grises. Primero una aproximación a la casa, luego a las cosas, después al rostro, enriquecidamente visible a través de la composición. La pregunta “¿quién soy?” rige las primeros nueve ejercicios. 
En la siguiente unidad se explora el medio de la pintura, y la mirada se vuelca sobre el entorno. La mirada al paisaje se va construyendo en todas sus posibilidades al aparecer la perspectiva, la relación entre los colores y su mezcla, la pintura con efectos visuales y los materiales adheridos para confeccionar una pintura matérica, texturas táctiles fuera de todo efectismo. La figuración del ambiente va desarrollándose a la par que la alternativa de la abstracción. 
La tercera unidad inicia con ejercicios de composición con diferentes figuras de papel sobre cartón que permiten jugar e imaginar diferentes maneras de acomodar cada cosa, abarcando las decisiones creativas toda la superficie de un papel libre y receptivo a los deseos de cada niño y niña. Estas actividades complementan las actividades de dibujo y pintura de unidades anteriores para proponer, al fin, un abordaje propio a una historia familiar: un relato de los abuelos. Darle imagen a una historia que les sea próxima y les comprometa afectiva y cotidianamente. 
Finalmente, la cuarta unidad (titulada “así jugamos las niñas y los niños”) se destina a la escultura y la quinta (“nuestras costumbres”) a productos concretos con temática regional. Este programa no surge de algo parecido a una confección ideal de cómo podría ser un taller para niños en comunidades indígenas. Éste ya se ha aplicado en la localidad de Cherán, de donde Pahuamba es originario, y en la ciudad chilena de Valparaíso durante el Forum Universal de las Culturas 2010. 
Un detalle compartido por Ángel durante la presentación de la guía: el método está dirigido a permitir una autonomía tal que este taller ya ha sido impartido por dos de los niños que participaron en su primera aplicación en Cherán, justo en la coyuntura de la temporada más violenta sufrida por ese pueblo p’urhépecha y su consecuente declaratoria de autonomía política y cultural. Esos dos niños y una madre aplicaron el método como una forma de reintegrar a círculos pequeños a la defensa de lo propio, empezando por la imaginación y su despliegue gráfico y plástico como resistencia a la violencia, a sus graves consecuencias en los más pequeños de una comunidad convulsionada. 
La guía se plantea como un proyecto autogestivo que a través de presentaciones en Cherán y otras poblaciones indígenas, varias que se encuentran en puerta, permita transmitir el método mediante capacitación a personas interesadas en hacer talleres en cada lugar, que hagan suyo el método y se vaya extendiendo su aplicación. Hay que ver aquí un interés genuino de apropiación de la fuente de contenidos estéticos que acompañe al proceso por la defensa de la cultura propia, los usos y costumbres, los bosques, la organización entre personas mayores y jóvenes, hombres y mujeres. 
Finalmente lo más valioso de este método es que se aprecia un esfuerzo auténtico por ofrecer la oportunidad de aprender a aprender, a sentir y reconocer lo propio para distinguirlo de lo ajeno, eso que también en ambientes metropolitanos nos aqueja tanto y sin darnos cuenta. 

Publicado en el suplemento Letras de Cambio 
Diario Cambio de Michoacán 
8 de junio 2013

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