En pos de una mujer.
En el mundo hay cosas simples que nos roban el aliento. El impacto es tan incomprensible, y a la vez tan infranqueable, que las preguntas no se dejan esperar y el misterio se engrandece cuantas menos respuestas podemos producir. Hay ocasiones en que el misterio produce cultura. Las preguntas se vuelven inquietantes motivos de investigación, y ésta conocimiento. Los misterios se parecen a las utopías, como diría Eduardo Galeano: ¿para qué sirven? Para caminar.
En este sentido llama la atención la información emitida en días pasados desde Florencia, Italia, en la que se hace referencia a las circunstancias más recientes en torno a una de las pinturas más “famosas” y reproducidas en la historia del arte y el comercio que con éste se realiza: la Mona Lisa, conocida oficialmente como La Gioconda, de Leonardo Da Vinci. Pocas pinturas han sido objeto de tanta especulación en torno a su origen, su tema, su modo de producción, las razones de su encanto, el grado de realidad o ficción que representa. El canon estético que encarna, el ideal renacentista en pleno inicio de secularización de la cultura occidental. La perfección natural humana, la sencillez de un retrato, el misterio de una sonrisa.
¿Qué se está investigando actualmente de esta pintura fechada entre 1503 y 1506? En términos generales, la confirmación de identidad de la mujer en el retrato. El hecho de que se llame Gioconda al cuadro proviene de la tesis (es decir, una idea sometida a prueba para demostrar su validez de acuerdo a cuánto permite esclarecer ciertas preguntas de investigación) de que la mujer retratada era la esposa del acaudalado comerciante de seda Francesco Bartolomeo del Giocondo. Es decir, el “nombre oficial” del cuadro tiene que ver con el hecho de usar para ella su apellido de casada. Su nombre (pretendidamente) verdadero fue, según la tesis más aceptada, Lisa Gherardini; del cual se comprende que se le conozca como Mona Lisa. En ciertas traducciones del italiano (del siglo XVI) al castellano, Gioconda tendría una traducción cuyo significado es “alegre”, lo cual alude a la templada y moderada sonrisa de la mujer en la pintura.
De acuerdo a la información de la nota periodística, un equipo de arqueólogos italianos busca el esqueleto de Lisa Gherardini para someterlo a pruebas de ADN y de imaginería con alta tecnología para confirmar que la identidad de la retratada no solamente es correcta, sino que también es real. ¿Da Vinci realizó un retrato realista de una mujer hermosa o una imagen de perfección humana so pretexto de pintar un rostro conocido? ¿Era Lisa tal como la vemos en la pintura?
La agencia AFP declara que el grupo de arqueólogos exhumó un esqueleto en un camposanto abandonado de Florencia. Se pretende que sean los restos de Lisa Gherardini, los cuales se habían rastreado de acuerdo a documentación antigua sobre ella, pero no se habían encontrado en el sitio de búsqueda anterior, pues éstos se habían trasladado a un lugar diferente al entierro original. Ahora que encontraron los restos “se encuentran emocionados.”
Las tesis de investigadores coinciden en que Don Francesco encargó el retrato a Da Vinci (aunque no se conocen documentos que prueben dicha comisión), para el cual Lisa sirvió como principal modelo. Se sabe que Gherardini vivió en un convento tras la muerte de su marido, y sus dos hijas conversas en monjas la cuidaron hasta su fallecimiento, enterrándola dentro del mismo convento.
Con el esqueleto exhumado se harán pruebas de Carbono-14 para determinar si los restos datan de mediados del siglo XVI. También se determinará la edad en que esta persona murió y determinar si coincide con la edad de fallecimiento de Gherardini (62 años). Se harán pruebas de ADN, cuyos resultados se compararán con los de los cuerpos de las hijas de Lisa, pues éstos se tienen identificados. Si los datos coinciden, se sabrá que al fin se habrá encontrado a su madre.
Una vez confirmado lo anterior, se hará un escaneo del cráneo y se procederá a la reconstrucción del rostro de acuerdo a sus proporciones. ¿Cómo se hace esto? Mediante datos antropométricos. Ya se ha hecho con el cráneo de Dante Alighieri para comparar lo que podría ser su verdadero rostro confrontado con los retratos que de él se conocen. Así, Silvano Vicenti, jefe de arqueólogos investigadores, afirma que “seremos capaces de dejar atrás las hipótesis y comparar realmente la cara reconstruida de la musa que inspiró al artista y la cara de la pintura en el (museo de) Louvre.” La nota periodística no escatima en informar sobre el hecho de que “la identidad de la Mona Lisa y de su cautivadora sonrisa son uno de los grandes misterios de la historia del arte y los arqueólogos del equipo italiano aseguran que es emocionante estar tan cerca de desvelarlo.”
¿Cuánto vale una sonrisa? ¿Cuánto esfuerzo? ¿Cuántas preguntas? ¿Cuántas respuestas? ¿Qué dice una sonrisa? El caso de La Gioconda es especial en la cultura visual global puesto que es no solamente un ícono de época sino una referencia cultural de gran envergadura. Cuenta con una historia particular, en la cual se sabe cuántas veces ha sido robada del museo y por quién. Y cuántas veces ha sido recuperado el cuadro que, contrario a lo que piensa mucha gente, no es un lienzo sino una pintura sobre tabla. Se han hecho varias películas en torno a la pintura (o con su nombre al menos), como “Hudson Hawk” con Bruce Willis o “La sonrisa de la Mona Lisa” con Julia Roberts.
Suvenires, calendarios, reproducciones, decoración de hogar, libretas, anuncios… la cultura industrial se vale de obras de arte como ésta para “enriquecer” los objetos cotidianos y satisfacer necesidades estéticas de las personas (o las empresas). Incluso otros artistas, como Marcel Duchamp, se sirvieron de ella para marcar una distancia artística y crítica. Pintándole bigotes y barba, Duchamp acompañó la imagen de La Gioconda con unas letras en el pie de imagen: L.H.O.O.Q, que no son siglas de una frase más larga. Pronunciando las letras en francés una por una, se forma el mensaje “elle a chaud au cul”, que en castellano se traduce literalmente como “ella tiene el culo caliente.”
Tanto gira en torno a la imagen de una mujer que sonríe con moderación. ¿Qué hay de magnético en ello? Tal vez como dice Pablo Fernández Christlieb, “la sonrisa es la señal de que algo nuevo ha aparecido […] es una boca que alza el vuelo, una cara que viene de la oscuridad […] es el rostro justo que cae entre el gesto del peligro y el gesto del descuido, entre el ansia y el abandono: es la cara el alivio, cuando la vida pierde su pesadez y se hace ligera […] La sonrisa aparece en el instante intermedio entre que se acaba-de-terminar el riesgo y empieza-a-comenzar la celebración.”
Publicado en el suplemento cultural Letras de Cambio.
Diario Cambio de Michoacán.
29 de julio 2012
Comentarios
Publicar un comentario