Nadia Nucico. El desplazamiento del medio.
De izquierda a derecha: En este mundo ¿aún existe la esperanza? (2011) Acuarela sobre papel; Ajedrez (2010) serie de objetos y caja contenedora; y Espacio intrínseco para el desdoblamiento ideológico (2011) Óleo sobre tela. De Nadia Nucico.
Conservo en la memoria la expresión que Nadia Nucico empleaba durante su participación en una exposición colectiva del grupo Isham Arte Consciente, celebrada en la ciudad de Morelia en el año 2011. Intervino con particulares acciones una escultura doble de hombre y mujer con motivos significantes de espiritualidad y misticismo, meditación e iniciación. La muestra planteaba esta tarea introspectiva a los artistas participantes; y en aquél momento Nucico compartía en el documental de la exposición la resultante de su meditación al trabajar.
“Que yo soy un medio, y que tenía que dejar, en otras propuestas, fluir las cosas.” Estas palabras configuran un desplazamiento en la posición que la artista establece para su propio quehacer; un posicionamiento dentro de su trabajo y sus vínculos con el mundo habitado por cosas y seres. En la disputa vital por las definiciones identitarias, la personalidad estética es determinada por aquello que hace a un artista diferente en su contexto y auténtico en su ejercicio.
En las nociones comunes referentes a la práctica artística, se considera a los materiales elegidos y manipulados por el artista como medios. “El medio artístico”, “el artista y sus medios”. La instancia intercesora entre artista y público condensa así su carácter de mensaje, transporte que conecta ambos extremos del proceso creativo, ya no desde la planeación ideática hasta su consumación material, sino desde los primeros ensayos en la producción hasta la recepción en los sentidos del público asistente al acontecimiento que representa una obra. El medio, en esta noción, separa y une los dos extremos del esquema comunicacional que busca ilustrar la transferencia de informaciones a veces en uno, a veces en dos sentidos; del emisor al receptor.
Otra dimensión de la noción de medio, más apegada a la materialidad de la producción artística, se relaciona con el comportamiento de las diferentes sustancias que componen el material pictórico, por ejemplo. El pigmento es la carga, la sustancia que da cuerpo y existencia aun color, a una textura; en el óleo, el aceite es el medio, elemento en que el pigmento se suspende y gracias al cual es posible la adherencia cromática a la superficie del lienzo imprimado. En acuarela el pigmento se transporta a través del agua y la goma arábiga, que son sus medios, hasta el interior de las fibras de papel que le absorben, evaporándose después el acuoso intermediario quedando así sólo el color a la vista. Sin ánimo de redundar: el medio media la relación entre las cosas, llena el intersticio que les separa y así permite la con-sustanciación de los materiales. Interrumpe los vacíos, tiende comunicaciones.
Pero el posicionamiento de Nadia Nucico desplaza el sitio del artista de un extremo hacia el intermedio. Si ella es el medio y no sus materiales, la dimensión de las relaciones entre las cosas muda de sentido: como artista liga extremos separados, sus herramientas son tan variadas como los materiales que pueda encontrar para emplearse en sus proyectos. Ello explica que no se afirme exclusivamente como pintora o artista gráfica. Su formación en las disciplinas estéticas visuales se nutre de la inquietud por explorar las actividades de la edición de libros y el objeto diseñado y manipulable.
Ejemplo de ello son sus botellas intervenidas con colores y tiras volumétricas que dan textura tanto al tapón como al cuello del objeto. También sus incursiones en el diseño de prendas de vestir más allá de la simple estampación; los cortes, mangas y cuellos se modifican según los colores e imágenes con las que se confeccionan.
Los objetos lúdicos también son un soporte para sus proyectos. Los juguetes, intrínsecamente vinculados con la infancia, son llevados por mediación suya a otro estatuto. Como las sonajas para adultos que produce con cartón, cuarzos y plastilina epóxica, las cuales comercializa en galerías de San Miguel de Allende. O la construcción objetual que ejerce sobre el ajedrez, determinando el diseño de la caja contenedora, el tablero y la estructura de las piezas del juego. Se yergue así un “objeto enriquecido” tanto para el uso como para la experiencia estética, al mismo tiempo lúdica y profunda.
En su producción pictórica y gráfica pervive la apariencia barroca de las superficies totalmente trabajadas. Lo que a primera vista se ofrece como saturación de elementos visuales, en un segundo momento puede apreciarse como el flujo intermitente de tensiones y solturas basadas en composiciones dinámicas, libres de todo estatismo. Esto mismo se manifiesta en sus diseños murales, trabajados tanto en lajas de piedra como en cristal para habitaciones interiores de inmuebles particulares.
No es el horror vacui el que dirige la pletórica instalación de símbolos y profusa combinación de formas en la pintura de Nucico, sino el ánimo de que haya tomado una concreta decisión plástica en cada centímetro de superficie. Ello involucra las referencias culturales razonadas (como interiores arquitectónicos, cúpulas, esculturas renacentistas) y el asentamiento figurado de elementos más sensibles y líricos (formaciones orgánicas, juegos de color, texturas, rostros expresivos).
No es ajena a su temperamento la constante presencia de una inquietud energética y espiritual, no establecida en dogma religioso alguno. Esto se filtra en casi todos sus retratos hechos por encargo o propia iniciativa. Lo que habrá de reconocerse es la constancia de sus “formas de hacer” en los diferentes materiales de su trabajo, la sostenida observación que hace de los flujos del ambiente, mediando así entre sus propias apreciaciones y la traducción que, como medio, ofrece a la experiencia particular del destinatario de sus obras.
Publicado en el suplemento cultural Letras de Cambio.
Diario Cambio de Michoacán
27 de mayo 2012
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