Ángel Pahuamba en Casa Diana
De izquierdea a derecha: Un pequeño pisotón (2011) grabado Solar plate; aspecto del montaje en la Galería Casa Diana, S.M. de Allende; y Todos despertaron (2011) acrílico, aerosol y grafito sobre tela.
Uno de los aspectos más desconocidos o menos observados de las propuestas artísticas de este estado consiste en la presencia de autores michoacanos allende sus fronteras, fuera de los ejercicios culturales de gobierno en cuanto a la promoción del arte actual. Las y los artistas trascienden la escena local y sus propuestas llegan a otras geografías, donde el entusiasmo o la indiferencia del público son apenas dos de las muchas monedas posibles a pagar por la apuesta de procurar dialogar con personas de diversas latitudes.
La Galería Casa Diana, en el centro histórico de San Miguel de Allende, Guanajuato, realizó una recepción modesta y discreta para promocionar las obras que actualmente exhibe en sus espacios: fotografía de Deborah Turbeville, pinturas y ensamblajes de Pedro Friedeberg, obras de Carmen Gutiérrez (que también es la propietaria y directora de la galería) y trabajos de Ángel Pahuamba, grabados y pinturas que se debaten entre lo figurativo y lo abstracto.
Las primeras impresiones ante las obras de Pahuamba las protagoniza el color. Su manejo es intenso y definido, y las formas van apareciendo a la vista según la combinación de tonalidades muy vibrantes. En conversación reciente me confió que desde que se inició en sus estudios de pintura gustaba de trabajar con pocos colores, los básicos: amarillo, rojo, azul, blanco y negro; para poder experimentar y así obtener sus propios colores en todas sus gamas y posibilidades. Pero el origen de su familiaridad con los colores viene de antes: de su origen en la comunidad indígena de Cherán. “No lo digo yo, lo hemos platicado con algunos maestros de esta tradición de cómo tu entorno te formas en tu entorno, eso a final de cuentas te va a marcar para toda la vida. Inconscientemente vas a utilizar patrones o esto de las cuestiones del color, por ejemplo en mi caso, yo desde que estaba chavo me llamaba mucho la atención los hilos, los colores con los que mi mamá bordaba las blusas, los huanengos, y siempre que podía me robaba unos trocitos de hilo para hacer mis juguetes.“
Otra fuente de color en la formación de Pahuamba proviene de los globos de cantoya. En Cherán y otros pueblos de la región p’hurépecha existe una tradición añeja de elaboración de estos globos, construidos con pliegos de papel de china y elevados con aire caliente emitido por preparaciones con parafina para la mecha. “Mi abuelo tiene algo que me contó, dice él que más bien… no sé si es porque se da a la par de las fechas del periodo de lluvias, de que la mata ya va creciendo, el maíz está creciendo; él lo veía pues como un agradecimiento. Porque en estas fechas tú vas y en muchas comunidades hay unos 10 o 15 globos diarios. Y cuando se hacen por ejemplo los concursos o algunas fiestas […] llenan de color el cielo como una forma de agradecer ¿no? De la alegría, pues, que es recibir el agua para que las plantas puedan crecer, para que todo se pueda desarrollar para que haya más vida. Más bien él lo veía en ese sentido. Llenar de colores el cielo en un agradecimiento de que hubiera lluvias.”
Este sentido comunitario de una “práctica cromática” se filtra en las obras de Pahuamba. El color es una forma de ser, de hacer; define el temperamento del artista como persona en la medida en que demuestra cuáles herramientas elige para trabajar, qué hay por hacer, qué hay por mostrar. Su pintura es una muestra de las posibilidades que existen para dar un tratamiento plástico contemporáneo a elementos culturales comunitarios y personales. Anteriormente su pintura incluía un fuerte trabajo de dibujo anatómico, principalmente masculino, rodeado de elementos abstractos o esquemáticos que representaban el dolor, la confusión, el vértigo y otras situaciones de un ánimo atribulado.
En la obra expuesta en Casa Diana el carácter es totalmente distinto, pero prevalece la intención de hacer convivir dos formas de representación que usualmente se piensan como separadas y mutuamente excluyentes: la figuración y la abstracción. “Ese es el mayor cuestionamiento que siempre he tenido: ¿cómo dejar una de lado si las dos pueden…? Bueno, cuando menos yo trato de fusionar o de mezclar las dos en una sola obra […] Las dos me gustan mucho; me gusta mucho el dibujo por ejemplo, la línea, pero también me gusta mucho la fuerza del color y del trazo. Mezclar algo que tenga armonía, que se vea bien o que la línea caiga muy limpia.” Las pinturas Rojo, Paseo dominical, Abstraída y Deseada, obras de 2009 y 2010, presentan desnudos femeninos en los que las cabelleras se forman de grecas, líneas curvas de color, rayas y círculos, letras y números de vinil adheridos a la tela. Si la cabeza es el receptáculo de los pensamientos, los cabellos dan continuidad a las ideas, dejando la impresión que en estos cuadros queda clara la imagen de las mujeres, pero su pensamiento permanece en el misterio que produce fascinación.
Días antes de la exhibición, terminó tres cuadros recientes. Se trata de los cuadros más abstractos de toda la muestra. Con la cara cubierta, Todos despertaron y No pasarás por esta puerta. Su temática responde al actual conflicto en Cherán por la defensa de los bosques contra talamontes clandestinos protegidos por el narcotráfico y la complicidad del gobierno -que es un secreto a voces-, defensa que ya ha cobrado varias vidas y que ha cambiado la cotidianidad de todo el pueblo. Pahuamba comenta que estas pinturas tienen que ver “con esta sensación de cuando tú estás en la barricada, cómo lo vives, cómo sí te pones en esta rutina de seguridad, de querer realmente la seguridad para contigo y para con tu pueblo, para con tu hermano o para quien esté al lado tuyo, para con tu semejante, pues. Y cómo el valor llega, cómo te descubres cuando de repente dices: ah chihuahua, sí está cabrón. Y te da miedo ¿no?, pero cuando ya estás ahí… cómo llega esta valentía, cómo se hace fuerte con todos, cómo ese valor cuando lo platicas va acrecentándose.” Aún en la abstracción se vislumbran rasgos de esta situación. Todos despertaron sugiere en sus formas inferiores los restos de árboles talados con sierra de forma horizontal, un cuerpo vertical contiene la textura inconfundible de la corteza vegetal. Estos mensajes están cifrados por la mediación que la emotividad del autor produce en la imagen, pero la referencia está ahí: la abstracción no neutraliza el mensaje, se mata al medio ambiente y hay quien todavía no entiende la urgencia de actuar por revertir esta influencia. Pero el pueblo se levantó, despertaron para defender lo propio.
Publicado en el suplemento cultural Letras de Cambio.
Diario Cambio de Michoacán.
17 de julio 2011
Comentarios
Publicar un comentario