Mujeres en el arte: Gruner, Margolles, Dorotinsky
Imagen de Internal Borders (2000) de Silvia Gruner, y aspecto de la exposición ¿De qué otra cosa podríamos hablar? (2009) de Teresa Margolles.
Una investigación genera preguntas sobre las que se ensayan respuestas, para optar por aquella que mejor esclarece, es decir, echa luz sobre el tema indagado. Los textos que aquí comparto nunca son cerrados: son siempre mejores si generan preguntas, abren nuevos temas. Quedaron, a personal parecer, preguntas posibles a colación de reseñar la semana pasada un texto de Linda Nochlin acerca de la pregunta “¿Por qué nunca han existido grandes artistas mujeres?” Al final de aquél artículo intentamos dar una sugerencia de lectura sobre la presencia de artistas mujeres en la historia del arte mexicano. Ensayamos después algunos nombres para la escena contemporánea, sin hablar entonces de sus obras. He aquí algunos comentarios de aquellas.
Linda Nochlin se refería a la “ingenua noción de que el arte es la expresión directa y personal de la experiencia emocional individual, una traducción de la vida propia en términos visuales. El arte casi nunca es eso y el gran arte nunca lo es.” Esta es una posición que genera oposiciones: habría que preguntar qué opinan aquellas personas que consideran, por ejemplo, a Frida Kahlo una gran artista precisamente por traducir, con bagaje y tradición, su experiencia emocional individual en pintura. Y ello por mencionar una vida que transcurre alrededor de medio siglo XX. Para artistas contemporáneas, la experiencia personal y su traducción en proyectos artísticos es algo prioritario, elemental.
Silvia Gruner le pone palabras. “Yo creo que lo único que influye en mi trabajo es eso: las experiencias vividas. Tengo una obra tan existencial que yo creo que se basa en mis experiencias vividas… o en las que quiero vivir. A veces me invento proyectos para vivir experiencias.” Como la pieza que realizó para el proyecto Insights de la Frontera: interesada no tanto en la frontera física como en la frontera psicológica entre Tijuana y San Diego, hizo un trayecto en coche entre estas dos ciudades. Del consultorio de su psicoanalista en San Diego hasta el consultorio de otra psicoanalista en Tijuana, ella se tumbaba en el asiento trasero del coche a manera de diván mientras el analista le analizaba desde el volante. Hubo registro fotográfico y transcripción (con minutos y segundos de cada comentario) de la conversación en la forma de análisis, en inglés de San Diego a Tijuana y en español en el trayecto de vuelta.
Trabaja con el tema del tiempo, prefiere los soportes del video y el cine silente para explorar un tiempo psicológico, tiempo del cuerpo. Su trabajo atraviesa por la era de la desintegración del objeto artístico, el registro como remanente de la obra, la acción y sus elementos como mensaje. El interior del psiquismo como fuente de trabajo.
Teresa Margolles es otra artista que trabaja con el cuerpo y su tiempo, pero una vez que éste ha dejado de vivir. “Mi trabajo consiste en el seguimiento del cuerpo después de la vida y en la apropiación de elementos humanos inertes para la comprensión de la muerte en su dimensión social, investigando la transformación física y social del cuerpo a lo que denomino La vida del cadáver. Desde mis inicios como artista he estado en contacto directamente con el cuerpo. Lo he mostrado en un principio de forma bizarra y barroca, y con el devenir de los años se ha simplificado al grado de exhibir solo la periferia.” Esto lo comentó en el foro de la exhibición Global Feminisms en 2007. La forma de exhibir el cuerpo de forma “bizarra y barroca” inició en tiempos del Grupo SEMEFO, exhibiendo gabinetes con huesos humanos o fragmentos de caballos siendo comidos por gusanos; para después sintetizarse “periféricamente”. Ahora sus obras se hacen con la grasa que queda de las planchas forenses que dejan cadáveres de gente asesinada por diferentes razones, violentas todas, la mayoría por motivo del narcotráfico.
Margolles busca darle voz a los cuerpos que ya no la tienen. Ella trabaja para el Servicio Forense y procesa los cuerpos personalmente. A menudo conversa con las personas que asisten al SEMEFO a reclamar los cuerpos de sus familiares fallecidos. Teresa les muestra, en ocasiones, su carpeta de trabajo a los deudos y pactan realizar una obra a partir del cadáver. En ocasiones, las cenizas de cuerpos calcinados para los cuales no hay sepulcro por falta de dinero de sus familiares, son encapsulados en bloques de concreto y colocados en galerías por Margolles a manera de entierro móvil, compacto, presente. Otras veces son fetos dentro de bancas en el museo, vapor de agua o pompas de jabón que inundan el aire de galerías de museos, hechas del agua con que se lavan los cuerpos en la morgue, para provocar entre nosotros la sensación de presencia a aquellos que se fueron en situaciones violentas.
Margolles representó a México en el pabellón correspondiente en la pasada Bienal de Venecia (2009) con una obra titulada ¿De qué otra cosa podríamos hablar?, formada por telas manchadas con sangre de personas muertas en enfrentamientos entre narcos y el ejército. Las telas cubrían la galería a manera de tapiz, y varias veces al día se realizaba el performance Limpieza. En este se limpiaba el piso con agua que contenía cierta cantidad de sangre de los mismos actos violentos. Al gobierno federal mexicano esto no le gustó (promover la imagen de México violentado) y no le vino bien ni a Margolles ni al curador, Cuauhtémoc Medina.
Todo esto levantó una controversia intensa puesta en voz de la crítica Avelina Lésper, quien argumentaba que la obra de Margolles era una farsa: o no eran reales los materiales (la sangre) de lo exhibido en Venecia o era una ilegalidad que la autora se hiciera de tejidos y fluidos de escenas de crimen, contraviniendo reglamentos de Ministerio Público y siendo solapada por la UNAM, a través de la cual Margolles expuso en la Bienal. Controversia que, observando bien los algunos comentarios de Teresa, queda resuelta en pocas palabras: los deudos le donan los cuerpos, todos sus tejidos y fluidos. Teresa trabaja con ellos.
Las mujeres en el arte no solamente son artistas, también académicas. Protagonizan la escena artística contemporánea pero también construyen conocimiento acerca de ésta. Deborah Dorotinsky, académica, traza claramente sus intereses, que comparto: “Hay cosas de la obra que puedes entender a partir de la vida del artista, pero me parece que la obra contiene en sí muchos de los signos necesarios para entender la obra. Si ya quieres entender la vida del artista es otra cosa. La obra también tiene cosas que te dejan ver lo que pasa en el mundo alrededor del artista. Eso es lo que a mí me interesa más.”
Publicado en el suplemento Letras de Cambio
Diario Cambio de Michoacán
23 de enero 2011
Comentarios
Publicar un comentario